viernes, 20 de marzo de 2009

Mi deportación (IV)

Consumo las 3 horas de espera muy cansado, pero al mismo tiempo nervioso porque no tenía ningún papel conmigo. Cuando queda 1 hora para embarcar me acerco al mostrador y pregunto por mi pasaporte. Me dice la chica que, al ser un pasajero deportado, me darán el pasaporte cuando esté dentro del avión.

Embarco con sensación de agotamiento, frustación, nerviosismo por la falta del pasaporte,... Las azafatas empiezan a explicar las consabidas instrucciones de qué hacer en caso de accidente (yo creo que si alguna vez se da esa situación, pereceré seguro porque nunca hago caso). Acaban de dar las explicacione y le digo a una azafata que me falta mi Pasaporte. Me dice que se va informar y desaparece, a los 5 minutos aparece ¡¡el comandante!! en persona que a voz en grito y agitando un pasaporte color marrón en su mano derecha vocea: ¡¡¡Carlos Rilova!!, ¡¡Carlos Rilova!!, ¿está por ahí Carlos Rilova?, veo que la gente empieza a flipar, cuando le digo que soy yo y me lo da, me dice que me devuelve el pasaporte y un informe más (aparte de los que ya tenía) sobre mi inadmisión. Me da la sensación de que todos los pasajeros vuelven la mirada hacia mí con miedo, me siento un fugitivo, aunque incluso le encuentro algo de encanto a la sensación. Me percato de que una señora de mediana edad me mira con los ojos muy abiertos. En fin...

Cuando ha pasado una hora desde el despegue, sirven la cena, yo no como porque me había atiborrado a empanadas y alfajaores en mi celda-restaurante del aeropuerto, así que pido una botella pequeña de vino y me la trinco para quedarme completamente sobado a los 5 minutos. Llevaba 2 días sin dormir.

Me despierto a 3 horas de llegar a Madrid. Pienso que en cuanto aterrice en Barajas me renuevo el pasaporte y miro si puedo coger el vuelo de las 12 de la noche (el de las 8 y media de la noche es imposible). Si cogiese el de las 12 de la noche, podría empalmar con el coge mi familia unas horas después y que yo ya tengo pagado.

Llegamos a Madrid: "Señores pasajeros, son las 20:15 y la temperatura de Madrid es bla, bla, bla,...". Me he cruzado el charco 2 veces en un fin de semana.

Voy a la terminal 4 donde se hacen los pasaportes, pero me informan que el horario de pasaportes el domingo es sólo hasta las 19:00 (tócate los cojones mariloles), así que tampoco podré coger el avión de las 12:00 de la noche. Llamo a Aerolíneas Argentinas y me dicen que hasta las 5 de la mañana no puedo hacer ninguna gestión relacionada con vuelos. Estoy agotado y harto. Cogo un taxi y me voy a casa. En el trayecto le cuento al taxista la historia, aunque me da la impresión de que no me cree, porque sólo suelta monosílabos del tipo, "ya...", "en fin...". Abro la puerta de casa y no me creo que esté allí otra vez. Me ducho, ceno, consulto un poco internet y me voy a dormir poniendo el contestador a las 5 de la mañana del lunes. A las 11 de la mañana de ese mismo día, mi familia cogerá un vuelo de Buenos Aires a la Patagonia...

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